1989, Yaiza (Lanzarote). Ibamos a actuar en la gala de las fiestas acompañando a la cantante Mari Carmen Santa Cruz, natural de la isla.
Éramos cuatro en el grupo: Miguel Lemus (batería), Lorenzo Suárez (guitarra), Raúl Paradas (teclados) y yo controlando las secuencias y otros arreglos. Los cuatro éramos componentes de SALSARRICA, grupo que fundé ese mismo año. En la foto estamos acompañados por la cantante y el promotor del concierto. Fue tomada en un descanso del ensayo.
En la gala también actuaban el humorista Manolo Royo, Los Chunguitos y, como cierre, Rocío Dúrcal y sus Mariachis.
Me acompañó en el viaje mi esposa Elena y nos hospedamos en Playa Blanca, a 18 kilómetros del centro de Yaiza, en el Hotel Playa Dorada, que creo que, prácticamente, estábamos estrenando.
Serían sobre las cinco de la tarde cuando llegamos al ensayo, directamente desde el aeropuerto, así que le dije a Elena que se fuera para el hotel ya que iba a estar más cómoda y con más fresco, porque recuerdo que hacía bastante calor.
No sé que hora era pero terminamos el ensayo casi al anochecer y fuimos al hotel a tomar una ducha y cambiarnos para regresar en media hora para la actuación. Éramos de los primeros artistas en actuar, después de un ballet que abría la gala.
A todo esto, sin almorzar. No recuerdo si habíamos tomado algo en el aeropuerto pero nada más.
Con el tiempo justo, ya preparados para volver al escenario, ya había anochecido y había un poco más de fresco.
Los compañeros volvieron en otro coche de la organización y a Elena y a mí nos vino a buscar el promotor y productor del concierto. La parte de atrás del coche ya venía ocupada con tres personas que había recogido en otro hotel enfrente del nuestro. Eran Juan Salazar, José Salazar y Manuel Fernández Salazar, es decir: «Los Chunguitos».
Elena y yo nos sentamos como pudimos en el asiento derecho del conductor y, recuerdo que, por aquellos años, todavía se fumaba en todas partes, incluido en el interior de los coches. Pues bien, creo que era Juan el que venía fumando y le comenté: «muchacho, vas a cantar ahora y estás fumando,…» a lo que me contestó: «Si, es para calentar la voz, es mejor así,…».
Gente muy simpática. Luego continuamos la conversación y genial con ellos, el tiempo que estuvimos compartiendo camerinos.
Primero calor toda la tarde, después refrescó y por último, ya empezó a notarse frío para la ropa más o menos veraniega que llevábamos.
Después de nuestra actuación tuvimos que esperar otras cuatro horas o más a que terminara la gala para poder volver al hotel con el resto de artistas, ya que volvíamos todos juntos en el mismo autobús.
A todas estas sin almorzar y sin cenar. Lo único que había abierto por allí era un auto-bar que vendía refrescos y perros calientes pero que estaba al otro lado del público y ni habíamos visto. Mi compañero Raúl estuvo más acertado y tuvo tiempo de comprarse un «perrito» y, ya en el autobús y de vuelta al hotel, Manuel, de Los Chunguitos, le dijo, «tío ¿dónde conseguiste eso? te lo compro,…» en plan de broma aunque en el fondo creo que yo también se lo hubiera comprado.
Total que llegamos al hotel sobre las cuatro de la mañana y lo que quería era dormirme y que amaneciera para ir a desayunar.
Pues amaneció y había unas vistas maravillosas desde la habitación pero seguíamos con más hambre que el perro de un hippy, como se suele decir. Claro está, nos habíamos levantado más o menos tarde y llegamos al comedor del hotel cuando ya se había terminado la hora del desayuno, que creo que era de 7:30 a 10:00., no estoy seguro.
La fatiga ya podía con nosotros y en ese momento llegó nuestro salvador de estómagos: mi querido amigo Antonio Leal, el promotor del concierto, que habló con el encargado de cocina y nos sirvió un delicioso desayuno en la terraza, junto a la piscina.
Fue el mejor momento del viaje, me hicieron saber mis jugos gástricos.
Después, un rato de recuperación y charla y a última hora de la mañana, al aeropuerto para volver a casa.
Fue cansado pero divertido y la próxima vez: bocadillos y agua en la mochila porque no quería volver a pasarlo «chungo», aunque, lo más importante: Más de quince mil personas en la gala y la satisfacción de haberlo hecho bien. Gracias querida música.
Aquí dejo una canción de Los Chunguitos de ese mismo año 1989, en el que tuve el placer de conocerlos.