Coro Europeo de la Juventud

2010 fue un año realmente espectacular en cuanto a experiencias musicales, culturales, educativas y personales. Quiero destacar aquí un proyecto extraordinario que hicimos posible cinco socios internacionales: Toomas Abel (Estonia), Inete Ielite (Letonia), Peppe Barone (Italia), Emil Strundzhev (Bulgaria) y yo por España: El «Coro Europeo de la Juventud».

Con jóvenes artistas conseguimos realizar la magia de unir voces, tradiciones y las formas de ver la música de los cinco países participantes, en una voz multicolor, como la unión de todas sus banderas nacionales y bajo el apoyo de la Unión Europea.

El equipo español, que tuve el honor de seleccionar y dirigir, estuvo compuesto por cuatro excelentes cantantes: Priscila Estévez, Ely Qurbelo, Xany Recco y Robert Mátchez, todos ellos de Tenerife. Igualmente, la también cantante Lavinia Steriopol, como encargada del grupo de jóvenes y traductora y la cantante lírica y profesora de canto, Sabrina Lemus, como directora musical del coro.  Mi labor fue la de coordinar y supervisar todas las actividades.

Dos actuaciones: una en la Universidad de Riga y la otra en el centro de la ciudad. Unimos canciones clásicas napolitanas, canciones tradicionales de los otros países participantes y, como himno del coro, mi canción «Viva la Música», todo un honor. Además, ensayos y actividades educativas.

En la Universidad, nuestros cuatro cantantes iban a interpretar el «Pasodoble Islas Canarias», pero, una vez allí, en los ensayos, no nos agradó como se oía sólo acompañados por una pianista del lugar y a alguien del grupo se le ocurrió que por qué no cantaban «Vivo en un archipiélago», una canción de mi amigo Manuel Negrín (Pololo). Me dejaron una guitarra y nos pusimos a ensayar en las escaleras de la Facultad, veinte minutos antes de la actuación. Fue todo muy improvisado. Yo he oído mejor la canción pero en aquellos años la había escuchado pero no conocía estructura ni me había fijado en los acordes, así que, sobre la marcha hicimos un ensayo exprés y, la idea es que, después lo hicieran «a capella» pero les gustó tanto como sonaba con la guitarra que me dijeron que saliera yo también con ellos a actuar.

Yo no había ido a eso y me pillaron por sorpresa. Le pedí ayuda a mi amigo Salvatore D’Esposito, concertista de guitarra y componente de la delegación italiana y, entre los dos, resolvimos la papeleta del directo junto a los cuatros cantantes canarios. Improvisado pero efectivo y divertido. Empecé haciendo percusión sobre la guitarra y arrancamos la canción sólo con las voces y esa percusión. Al final fue un éxito ante el público presente.

 

El último día, domingo 11 de julio, desfilamos por las grandes avenidas del centro de la capital de Letonia, bajo la bandera de la Unión Europea y, los cantantes de cada delegación, ataviados con los trajes tradicionales de sus respectivas regiones.

Teminamos todas las actividades y, por la tarde, fuimos al AC Hotel by Marriott Riga, que estaba en la misma calle que nuestro hotel pero que, en el salón de su cafetería tenía una gran pantalla de TV. Íbamos preparados con las banderas españolas pero también con el apoyo de los integrantes de los otros países que conformaban el coro (Estonia, Letonia, Italia y Bulgaria).

¿Y para que íbamos allí? A ver la Gran Final del Campeonato del Mundo de Fútbol que ese año ganó España, pero eso lo contaré en otra historia. De esta me quedo con el bonito recuerdo de gente maravillosa, una gran experiencia y también con la grandeza de la música, así que «Viva la Música», una canción que me ha dado muchas alegrías.